Cada presente se apropia del pasado que mejor le siente, como si las memorias fueran las nuevas telas de la temporada. El futuro es la suma indiscriminada de pasados interpretados ad nauseam por un presente incapaz de entenderse a si mismo. Contrario a ese historicismo anestesiado, la experiencia estética reside en la disgregación de las formas representativas. En este ejercicio de nivelación -de antagonismo contra la idea del límite - el arte se presenta como contestatario a la misma normatividad.